LOLA BARROS ALBARRÁN. PSICÓLOGA GENERAL SANITARIA Nº COL AN11366

La preocupación, es una vivencia humana universal que está ligada a diversas emociones, entre ellas la ansiedad o el miedo ¿Pero preocuparse es malo o es bueno? Como todo, en su justa medida, puede resultar adaptativo y necesario. La preocupación, si va ligada a una movilización de recursos para solucionar un problema o conseguir un objetivo, puede resultar positiva. No obstante, “vivir preocupado y en un futuro que no ha sucedido”, es negativo y en algunos aspectos, pueden estar revelando aspectos de nosotros mismos que pueden tener que ver con nuestras características de personalidad, nuestras vivencias y biografía, es decir, en cómo nos hemos construido como personas.

A continuación, os dejamos el relato de una persona ficticia que se queja de su exceso de preocupación y cómo experimenta de forma negativa estas vivencias.

“Siempre me recuerdo preocupada. De niña, vivía las preocupaciones sin posibilidad de alguna de hacerles frente, pues me preocupaban cosas que yo no podía resolver por mi corta edad. Con 8 años me preocupaba que a mi madre no la llamaran para trabajar o que mis hermanos mayores no llegaran a la hora que mis padres les habían puesto. Luego, en la adolescencia, me preocupaba que una amiga no me llamara y pensaba que algo malo le pasaba conmigo o que yo había hecho algo que la molestaba, sentía que tenía que estar permanentemente agradando a los demás. De adulta, siento que me preocupa todo y vivo de forma desgastante una vida en la que intento ir por delante de todo, aunque no haya sucedido, aunque no llegue a suceder nunca. La mayor parte del tiempo, estoy preparada o preparándome para algo que no llega a suceder jamás o que es inevitable que suceda o que sucede sin más y no son necesarias mis intervenciones. He perdido la capacidad de disfrutar, ya no quiero que nadie venga a mi casa, me preocupa que no vean las cosas a su gusto o no atenderles todo lo bien que debiera. Borraría la preocupación de mi cabeza porque siento que me ata los pies y las manos, me constriñe tanto que vivo con ansiedad y angustia cualquier situación, por simple o tonta que pueda parecer”.  

Preocuparse adquiere sentido si puede ir acompañado de acciones para mejorar determinados aspectos de nuestra vida. Para ello, hemos contar con los recursos y herramientas adecuadas, así como de la posibilidad. En cualquier caso, si algo nos preocupa y no disponemos de recursos y herramientas, podrían movilizarnos en la búsqueda de cobertura de tales necesidades. A menudo, nos asedian preocupaciones frente a las que nada podemos hacer. Por ejemplo:

  • – Si tengo 8 años, como en el ejemplo anterior, poco puedo hacer para que mis hermanos de 17 no lleguen tarde.
  • – Si tengo un evento al aire libre en el mes de marzo, poco puedo hacer con meses de antelación con la climatología.
  • – Si he hecho el examen de una oposición, de poco nos sirve preocuparnos antes de conocer la nota. Solo conociendo la nota, podré establecer prioridades o buscar herramientas para movilizar el cambio o solucionar la situación que devenga de un suspenso o de un aprobado.

En otras ocasiones, las preocupaciones tienen que ver con cosas que no tienen tanta importancia y nos desgastamos con sucesos que, de ocurrir, en nada cambiarán nuestras vidas.

¿Cómo saber si algo es verdaderamente importante? Para decidir en relación a esto, es útil hacerse una serie de cuestiones, entre ellas:

  • Si pasaran 3 años ¿Este tema estaría ocupando lugar en mi cabeza?
  • Si pasara lo peor ¿En qué medida de afectaría?

Por otro lado, en muchas ocasiones, tenemos “miedo al miedo”, esto es, nos angustia tanto la preocupación, que evitamos tenerla y para ello, recurrimos a la típica “patada de balón hacia delate”. Huir de preocupaciones ante las que sí podemos hacer algo, no tiene sentido, retrasa la solución de nuestros problemas y puede acrecentarlos. En ocasiones, la preocupación, tiene que ver con aspectos que nos ponen en contacto con el dolor interno, con experiencias pasadas… en definitiva, nos ponen en contacto con necesidades propias no satisfechas, bien del pasado o del propio presente. A continuación, dejamos el relato de una persona ficticia, un hombre permanentemente preocupado por un patrimonio inmobiliario heredado.

“Mi mesa está llena de papeles y he dejado de entrar en mi despacho, sin quererlo, me he hecho un nuevo despacho en el dormitorio, donde no entro en contacto con ese patrimonio y con todos los problemas que tiene asociado. Para cualquier tema relacionado con la herencia, tengo que entrar en contacto con mi hermano mayor y esto lo vivo como entrar en el matadero. Las rencillas que se forjaron en el pasado con mi hermano me llevan a mí y supongo que a él también, a dejar esto parado… sin que lo solucionemos uno y otro… pagamos religiosamente las contribuciones, los impuestos… sin solucionar lo que tenemos que solucionar, porque eso, nos lleva inevitablemente a tomar contacto el uno con el otro, nos lleva a tomar contacto con nuestras vivencias del pasado, tan desagradables… me preocupa que me llame por teléfono, me preocupa que me llegue una carta certificada a nombre de mis difuntos padres… me preocupa hasta pasar por la puerta de mi despacho, por eso lo tengo cerrado a cal y canto”.

El protagonista de este relato ficticio, acabó con su problema y sus preocupaciones cuando contrató los servicios de un abogado que se encargó de mediar con su hermano, pero para cuando tomó esa decisión, ya había gastado mucho tiempo, recursos cognitivos y económicos en su problema y foco de preocupación. Una sola decisión, que tardó en tomar años, redujo notablemente sus preocupaciones junto a ayuda psicoterapéutica.

Siguiendo la propuesta de afrontamiento saludable de situaciones de la vida cotidiana que hace el Servicio Andaluz de Salud (2012), un afrontamiento efectivo de las preocupaciones debe pasar por:

A)Tomar las riendas cuanto antes: En este sentido, se trata de tomar conciencia de lo que nos está pasando con una postura flexible, no culpabilizadora y dirigida a la solución, no al “automachaque”. Ser críticos nos va a ayudar, pero deberemos aplicarlo a la situación, no a nosotros mismos. Esto es, no debemos autocalificarnos como inútiles, cobardes y otros muchos más calificativos despectivos. En estos casos, tiene más sentido que seamos críticos con aquello que nos preocupa, por ejemplo, preguntándonos, hasta qué punto, es importante o cambia nuestras vidas la resolución o no de lo que nos preocupa o cuestionándonos si verdaderamente está en nuestra mano la solución del problema o la puesta en marcha de las soluciones. La respuesta a estas preguntas, nos llevará a adoptar posturas diferentes. Por ejemplo ¿Puedo hacer algo en relación al destino que me den tras la oposición? Las soluciones y medidas a tomar, devendrán del conocimiento del destino, no antes. El lugar donde vivir o las nuevas relaciones que tendré que establecer, vendrán tras conocer el lugar al que me tengo que mudar y tras conocer a la gente con la que voy a trabajar.

      En el caso anterior, las preguntas serían del tipo: ¿Si resuelvo este problema, cambiará mi vida? ¿Realmente puedo hacer algo por resolver esta situación? Las respuestas que devienen serán del tipo: “Si resuelvo este problema, dejaré de perder un dinero importante y no estaré ocupado en cartas y llamadas, podré gestionar mi tiempo de otra forma y ocupar mi despacho debidamente” o “Si hablar con mi hermano es un conflicto asegurado, tal vez, un profesional pueda mediar y hacerlo por mi valiéndome en los derechos que me amparan como heredero”.

      B) Intenta concretar lo que te preocupa y mira dentro de ti para responder. En el caso del último ejemplo, el protagonista está preocupado no por un tema de patrimonio, sino porque la gestión del mismo le pone en contacto con su hermano, con el que tiene una relación muy mala. Aunque el tema relacional de los hermanos es algo que se puede abordar (en otro tipo de espacio), hay otro tema que puede resolverse, que es el relativo a la gestión de ese patrimonio. Operativizar la preocupación y definirla bien ayuda a tomar decisiones. “Lo que me preocupa en realidad no es la partición de una herencia, lo que me preocupa es tener que hablar con mi hermano, porque tengo muy mala relación con él. Si le otorgo el poder a un profesional abogado, solucionaré el problema patrimonial y no tendré la necesidad de pasarlo mal con mi hermano” (por supuesto, sin perjuicio de que el protagonista pueda recibir ayuda psicoterapéutica para solucionar sus problemas con el hermano).

      ¿Qué cosas pueden ayudarme a acotar bien el problema? A continuación, te proponemos los siguientes pasos:

      • 1. Escribe sobre tu problema siendo crítico con él, no contigo mismo. Evita el «autosabotaje»  con frases del tipo: “para qué voy a hacer nada si llevamos así años”.
      • 2. Pregúntate si realmente hay algo que puedas hacer, con preguntas del tipo: ¿Está esto en mi mano? ¿De quién depende verdaderamente que se solucione?

      Llegados a este punto, pueden aparecer 2 escenarios:

      • Escenario A : Puedo llevar a cabo acciones para acabar con esta preocupación. En tal caso, ponlas en marcha y para ello, planifica cómo lo vas a hacer (con quién tienes que hablar, cuándo lo vas a hacer, de qué herramientas dispones…).  Una vez que hayas hecho lo posible, habrás conseguido solucionar los problemas que son motivo de tu preocupación y si no es así, RECUERDA UNA COSA: “HAS HECHO TODO LO QUE ESTABA EN TU MANO, POR TANTO, CONTINÚA CON TU VIDA Y CIERRA EL CASO”.
      • Escenario B : No puedo hacer nada para solucionar el problema que me preocupa, no está en mi mano. En tal caso, RECUERDA UNA COSA: “NO DEPENDE DE TI SOLUCIONAR ESTE PROBLEMA, POR TANTO, CONTINÚA CON TU VIDA Y CIERRA EL CASO, NO PUEDES RESPONSABILIZARTE DE ALGO QUE NO ES TU COMPETENCIA”.

      BIBLIOGRAFÍA:

      • de Salud, S. A. (2012). Materiales para el afrontamiento saludable de las dificultades de la vida cotidiana.

      VIVIR CON UNA MONTAÑA DE PREOCUPACIONES: ¿CÓMO AFRONTARLO?
      Etiquetado en:                    

      Deja una respuesta

      Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *