El Ratón Pérez, sus Majestades los Reyes Magos, Santa Claus y otros personajes nos acompañaron unos buenos años de nuestra tierna infancia. Resulta increíble cómo podemos creer que 3 señores con 3 camellos y sus respectivos séquitos de pajes y damas, pueden realizar un reparto que ni Amazon® podría asegurar en el siglo XXI. Este tipo de cosas, nos las creíamos a ciegas, para nadar poníamos en duda la veracidad de estas historias. Además, cuando algo no nos cuadraba, recurríamos a preguntar a los adultos cosas como:
- ¿Y por dónde entran en casa?
- ¿Y cómo pueden caber por la chimenea?
- ¿Y por dónde entran los camellos?
- ¿Y cómo les da tiempo a repartir en todo el mundo?
- ¿Para qué quiere el Ratón Pérez tantos dientes? ¿Dónde los guarda?
- ¿Por qué el Ratón Pérez no se equivoca y se lleva los dientes del abuelo?
E increíblemente, los adultos nos daban explicaciones igualmente inverosímiles, pero que incorporábamos como la verdad absoluta a nuestros esquemas, a menudo, otorgándoles un plus de: “Claro, cómo no lo habíamos pensado antes”. Estas respuestas podían ser muy variadas, por ejemplo:
- Entran por la rendija de la puerta del patio.
- Caben perfectamente porque se encogen y se hacen microscópicos para que no les veamos.
- Los camellos esperan fuera (“en el parking de camellos”).
- Les da tiempo a repartir todos los regalos porque usan la magia y los tiran desde arriba.
- El Ratón Pérez quiere los dientes porque luego hay personas mayores que los necesitan y de ahí los fabrican (el reciclaje llegó a nuestras vidas).
- El Ratón Pérez guarda los dientes en un zurrón y no se lleva la dentadura del abuelo porque es un animal pequeño, solo puede con uno o 2 dientes.
Estas respuestas eran suficientes durante un tiempo, hasta que volvían otras nuevas preguntas y así, sucesivamente, hasta que dejábamos de creer.
Lo cierto es que CIENCIA y MAGIA han tenido cabida en nuestra manera de conocer el mundo desde los albores de la humanidad, de hecho, este tipo de pensamiento no es exclusivo de los niños. Con la magia, nuestros antepasados explicaron los fenómenos naturales cuando no había nacido la ciencia o cuando ésta, se encontraba en un estado embrionario. El pensamiento mágico no requiere de ciencia que lo sustente, más bien se sustenta en los deseos y la necesidad de respuesta a preguntas difíciles de contestar sobre la naturaleza humana, el universo y un sinfín de cosas más.
Seguro que más de una vez has dicho: “Si cuelo esta bolita de papel en la papelera, apruebo el examen” o has pensado en comprar un cupón porque has pisado una caca, tal vez has evitado pasar por debajo de una escalera… o has tocado un botón al ver a una persona pelirroja. Este tipo de pensamiento, también es pensamiento mágico.
En los niños (también en los adultos), el pensamiento mágico puede tener algunas funciones y virtudes. En la etapa comprendida entre los 3-7 años (etapa preoperacional) aproximadamente, este tipo de pensamiento está muy presente y a los niños les permite explicarse muchas cosas del mundo que les rodea. Si hay algo importante en esta etapa, es la aparición de la FUNCIÓN SIMBÓLICA, que cristaliza en el LENGUAJE, el JUEGO SIMBÓLICO y la IMITACIÓN DIFERIDA. En esta época, veremos a los peques haciendo preguntas como un polígrafo y hablando por los codos. Un “por qué” respondido, será el pie para otro nuevo “por qué” y los terceros grados a los que somos sometidos los adultos son variables en intensidad (afortunadamente) pero bastantes frecuentes.
Con la IMITACIÓN DIFERIDA, el niño no solo imita en presencia del modelo, también imita guiado por la presencia de un modelo que ya es interno, sin que el modelo externo tenga que estar presente, de manera que … ¡Ojo con lo que se hace, porque son esponjas!
Con el JUEGO SIMBÓLICO, el niño es capaz de usar objetos “como si fueran otros”. Así pues, en esta época, los veréis representando personajes y situaciones cotidianas (los papás y las mamás, a las maestras/os, algunos superhéroes o personajes de dibujos animados…). En esta franja de edad, la vida para ellos es puro teatro, como no.
Con el LENGUAJE, el niño es capaz de usar signos (las palabras), para designar cosas, personas, situaciones… En esta etapa aprenden a leer y a escribir, aprenden, por tanto, que un sonido se corresponde con un fonema y que éste, a su vez, tiene una correspondencia gráfica en la letra que se escribe.
Dicho todo esto y enlazando con el inicio de esta entrada del blog, en definitiva, el niño en esta etapa tiene una MANERA DE CONOCER EL MUNDO FIGURATIVA ¿Y qué quiere decir esto? Pues que su conocimiento se basa más bien en las cosas superficiales, en lo que ve, y tiene dificultades para entender lo que va más allá de lo meramente figurativo. En estas etapas, el niño, no entiende algunos conceptos que son muy abstractos, para los que los adultos tendremos que hacer un acercamiento teniendo en cuenta estas dificultades que los niños presentan. Por ejemplo, entre los 3 y los 7 años, el entendimiento de la muerte es distinto. En esa franja de edad, algunos niños, más pequeñitos, pueden pensar que, si piden un deseo, alguien no morirá (y puede entender hasta que tiene cierto poder en eso o responsabilidad) y a medida que se van haciendo mayores, van entendiendo que la muerte es algo que les acontece a todas las personas y que, además, es irreversible.
En este sentido, en este caso concreto y otras situaciones parecidas, es importante dar a los niños información veraz, pero ajustándonos a su manera de entender el mundo, pues como hemos dicho, su entendimiento del mundo es muy figurativo. Si le decimos a un niño que morir es como quedarse dormido para siempre, esta explicación puede darnos problemas a posteriori. Hacer un acercamiento honesto a la realidad que está viviendo el niño (por ejemplo, la muerte de un abuelo) y las emociones que esta pérdida genera en los demás, facilitará que el niño exprese sus emociones, entienda mejor la pérdida y, sobre todo, evitará que el niño haga teorías en base a sus conocimientos y, por tanto, que llegue a conclusiones equivocadas que hasta puedan tener consecuencias negativas.
Por ejemplo: Sara es una niña de 5 años. Cada día su abuelo Manuel la recoge a la salida del colegio y la lleva a su casa, donde les espera su abuela María Jesús. Cuando llegan, el abuelo Manuel mete a Sara en casa montada sobre la espalda y muchas veces, la abuela le dice al abuelo que “se va a matar”. Desafortunadamente, el abuelo de Sara tuvo un problema de salud grave e inesperado y falleció. A la pequeña Sara, le han dicho que el abuelo Manuel no va a volver más porque ha muerto y que por eso todos están muy tristes. En la noche, cuando Sara se va a dormir, se acuerda de su abuelo Manuel y piensa si no habrá muerto porque la montaba en su espalda cuando la traía del colegio. Cuando piensa en esto solo puede llorar y desear no haberse montado sobre la espalda de su abuelo.
El caso que comentamos más arriba es un caso ficticio, pero situaciones parecidas, pueden darse en la realidad. Como podemos ver, el pensamiento de Sara, está marcado por su forma de entender el mundo, figurativa y por una característica más, el EGOCENTRISMO que también caracteriza a esta etapa del desarrollo. En relación a esto último, el niño puede tener dificultades para distinguir entre su perspectiva y la de los otros. Pero poco a poco, irá entendiendo cada vez mejor, que los demás pueden tener pensamientos, emociones, deseos… distintos a los tuyos (la TEORÍA DE LA MENTE, cada vez mejor elabora) y como no, que las cosas que ocurren, no siempre tienen que ver con él, sus deseos y sus pensamientos.
El REALISMO es otra de las características propia de esta etapa. El niño puede considerar que las cosas son lo que parecen ser en la percepción inmediata. Así, la forma o el color de algo pueden suponer para ellos, una propiedad de las más importantes, pudiendo ser incluso lo único que defina a aquello que perciben. En esta fase, es típico confundir los sueños con la realidad.
Los niños son capaces de elaborar teorías muy divertidas. Si hablamos con ellos sobre cosas en profundidad, nos sorprenderán sus explicaciones. Por ejemplo, un lago puede ser vaciado retirando un tapón muy grande o una montaña, puede haber aparecido porque un hombre la ha hecho con una excavadora muy grande. Este tipo de inferencias que muchas veces hace el niño de esta etapa, son producto del ARTIFICIALISMO. Igualmente, pueden atribuir propiedades biológicas o incluso psicológicas a objetos o hechos físicos. En sus dibujos, podremos ver nubes que lloran “porque están tristes”, el sol, puede aparecer dibujado con ojos, boca, gafas de sol…
En esta época de la infancia, ocurren cosas realmente maravillosas e importantes para el desarrollo de los peques. La conversación profunda (mostrando verdadero interés) con ellos conociendo estos detalles, puede resultar muy enriquecedora para los adultos. Escucharles sin juzgar sus ocurrencias y reflexiones nos ayudará a los adultos a establecer una manera genuina de comunicarnos con ellos, hacerles sentir queridos y entendidos.