Por: María Auxiliadora Rodríguez Tejada Psiquiatra

RELACIÓN ENTRE LA PÉRDIDA AUDITIVA Y SALUD MENTAL

En esta población existe una mayor prevalencia de ciertas alteraciones mentales como angustia, ansiedad, trastornos de personalidad o trastornos adaptativos. Entre los niños y jóvenes sordos se han detectado un 40-50% de trastornos emocionales y de conducta (siendo en la población general de un 25%). Sin embargo, no se ha descrito una mayor incidencia de esquizofrenia, trastorno paranoide o depresión que en la población general.

Esta mayor incidencia y asociación de enfermedades mentales y déficit auditivo ha dado lugar a un interés de la comunidad científica en el estudio de la asociación, existiendo incluso sociedades dedicadas exclusivamente al estudio de la enfermedad mental en personas sordas (ESMHD: European Society for Mental Health and Deafness)

Sin embargo, es esencial el especificar que la pérdida auditiva no se asocia per se al padecimiento de una enfermedad mental. Es la consecuencia del déficit auditivo, principalmente las dificultades para la comunicación, lo que predispone y aumenta el riesgo de sufrir las mencionadas patologías psiquiátricas.

En el caso de sordera desde el nacimiento o adquirida en los primeros años de vida, las relaciones familiares presentan características específicas al no tener un sistema de comunicación compartido entre padres e hijos (el 90% de los niños sordos nacen de padres oyentes) y con familia extensa. La carencia de ese sistema común de comunicación conlleva la formación de vínculos inadecuados padre-hijos, conductas de sobreprotección para compensar el déficit o por la dificultad a explicar normas y límites.

Otro factor favorecedor del aumento de incidencia de enfermedades mentales en personas Sordas es el fracaso escolar y menor nivel educativo por las barreras de comunicación que dificultan el acceso a estudios superiores y consecuentemente las bajas tasas de empleo.

También es necesario el reseñar el aislamiento social y la falta de identidad de grupo cuando la persona sorda pertenece a una familia oyente y se desarrolla exclusivamente en este ámbito, sin acceso a la comunidad sorda y asociaciones. Este hecho puede traducirse en un sentimiento de minusvalía y falta de integración consecuencia de su déficit auditivo que requiere de prótesis o de esfuerzos sobreañadidos que permitan la comunicación. La deprivación de comunicación conduce asimismo a un desarrollo social y emocional alterado predisponiendo a baja autoestima, dificultad para reconocer las emociones o mostrar empatía además de tener mayor dificultad para controlar los impulsos

Por último, y no por ello menos importante, ese aumento de incidencia también puede atribuirse a errores de diagnóstico por la alta probabilidad a ser mal diagnosticados al acudir a los servicios de salud mental y a la escasez de servicios específicos de salud mental para este colectivo.

DIFICULTADES QUE ENCUENTRAN LAS PERSONAS CON SORDERA A LA HORA DE IR A  LA CONSULTA DEL PSIQUIATRA

 

La primera dificultad es la barrera de comunicación que conlleva, en muchas ocasiones, la renuncia por parte del paciente a consultar con el especialista, por temor a no poder transmitir lo que está sintiendo. Los elementos comunicativos particulares en la consulta plantean dificultades graves para el diagnóstico y el tratamiento en salud mental. Dificultades que son mayores a las que nos podemos encontrar en otras áreas de la salud, ya que en la psiquiatría el principal instrumento de diagnóstico y tratamiento es el lenguaje.

Otra barrera con la que se encuentra el paciente sordo es el desconocimiento de las características propias de la comunidad y la identidad Sordas por parte del profesional, lo que puede llevarle a considerar patológico algún carácter o comportamiento que no lo es desde el contexto Sordo.

A lo que habría que añadir la ausencia de escalas y test psicométricos adaptados a la discapacidad auditiva, no pudiendo aplicarse los mismos criterios que los usados para una persona oyente por el riesgo de errores diagnósticos.

Existen unidades especializadas para la atención de la salud mental en personas sordas, sin embargo, éstas son escasas en proporción a la población a la que está destinada. En España tan sólo existen dos de estas unidades especializadas: desde 2002 la Unidad de Salud Mental para Personas Sordas (USMS) en el Hospital Gregorio Marañón en Madrid, y desde 2013 la Unidad de Salud Mental y Discapacidad Auditiva del País Vasco en el Hospital de Basurto en Bilbao, además de un servicio en Barcelona en la Fundación Vidal i Barraque concertado con el Servicio Catalán de Salud.

 

IMPORTANCIA TIENE LA LENGUA DE SIGNOS EN LA CONSULTA DE PSIQUIATRÍA

La comunicación es muy importante en todos los ámbitos de la vida. En el campo de la Psiquiatría el lenguaje, además de ser vehículo de información, adquiere la función de método diagnóstico y tratamiento.

Por tanto, el compartir un sistema de comunicación común entre el paciente y el profesional, garantiza la adecuada transferencia de información a la vez que el uso correcto de la entrevista como arma terapéutica.

Los sentimientos y las emociones son muy diversas y vividas de una forma particular por cada individuo, lo que hace que el reconocer esas emociones y el expresarlas sea muy complicado. Si a ello le añadimos el tener que transmitirlas a través de un intérprete o de un familiar, la información se hace aún más compleja además de dificultar el carácter terapéutico del uso del lenguaje.

El conocimiento y uso de la lengua de signos durante la consulta facilita el proceso terapéutico con la persona sorda. Este beneficio es aplicable, no sólo en el caso de tratamiento de una persona con discapacidad auditiva, sino también en el tratamiento de una persona oyente con un miembro familiar sordo que deba participar en el tratamiento, por ejemplo: hijo oyente de padres sordos, hijo sordo con un progenitor oyente que sufre algún trastorno psiquiátrico o un miembro de la pareja oyente siendo el otro sordo.

 

PAUTAS PARA ATENDER CORRECTAMENTE A UNA PERSONA QUE SUFRE SORDERA

El colectivo de personas con discapacidad auditiva es muy heterogéneo (dependiendo del momento de la adquisición y grado de la sordera, sistema de comunicación usado, uso de prótesis auditivas como audífonos o implantes cocleares, contacto con comunidad sorda y sentimiento de identidad sorda…)

Para dar una atención integral y adecuada es necesario en primer lugar salvar la barrera comunicacional entre profesional y paciente. Habrá que conocer el sistema de comunicación que utiliza (lengua de signos, lectura labial, lengua oral con uso de prótesis auditivas…) para encontrar un sistema de comunicación común. Lo ideal es el uso de un mismo sistema sin necesidad de terceras personas, pero si es imprescindible es importante conocer la función del intérprete como mero traductor. Por tanto, se debe hablar mirando al paciente y hablándole en primera persona en lugar de dirigirse al intérprete hablando de la persona sorda en tercera persona. momento de la adquisición de la sordera, grado de sordera, conocimiento del núcleo familiar y entorno social.

Interesarse y conocer adecuadamente la cultura sorda con su historia, idiosincrasia y características propias, para tenerlas en cuenta tanto en el diagnóstico como en el tratamiento. Especialmente la concepción del déficit auditivo como un carácter propio de la comunidad, en lugar de la visión popular de considerar la sordera una enfermedad “que hay que curar”. Evitando la errónea asociación de la discapacidad auditiva con discapacidades que no están presente, por ejemplo, el atributo de “sordomudo” presuponiendo una incapacidad para hablar asociada a la sordera o el diagnóstico de retraso mental al aplicar test psicométricos no adaptados.

Asegurarse de la correcta comprensión del tratamiento prescrito y del proceso psicoterapéutico planteado entregando, si fuera necesario, documentación escrita al finalizar la consulta.

 

SALUD MENTAL Y SORDERA
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