
Por: Feliciano Rodas Ratazzi Psicólogo clínico Infantil.
Como señala Carlos Mas Pérez, desde hace unos años, los psicólogos clínicos infantiles, reciben en sus consultas cada vez más casos designados como posibles Trastornos por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). En su conjunto, cuando hablamos de TDAH, nos referimos a una población heterogénea muy variable en cuanto a la presentación de sus signos y síntomas, la edad de inicio de los mismos o la persistencia en diferentes contextos situacionales.
En Trastorno por Déficit de Atención con o sin hiperactividad (TDAH) es una patología muy prevalente en Atención Primaria, consultas de salud mental y neurología infantil, aunque las cifras oscilan ampliamente según las muestras. Esta variación, para Narbona, podría explicarse por la divergencia histórica de los criterios diagnósticos tenidos en cuenta en las distintas taxonomías (DSM V y CIE-10), la diversisdad de instrumentos existentes para evaluar el problema, las puntuaciones de corte utilizadas en cada estudio, el entorno poblacional o clínico del que se extraen las muestras, las variables socioculturales de cada entorno y, por la existencia de peculiares factores de riesgo neurobiológico y psicosocial en las distintas colectividades.
El TDAH se caracteriza por niveles inapropiados de hiperactividad, impulsividad e inatención para la etapa de desarrollo. Dada su manifestacion temprana y su tendencia a la cronicidad en muchos casos, genenera un gran impacto personal, familiar, académico, social y emocional. Los menores con TDAH presentan más dificultades para inhibir los estímulos periféricos o no centrales en una tarea, lo que haría que el menor percibiera todos los estímulos con igual relevancia, siendo su atención sostenida muy frágil y sujeta a las caracterísitcas de los estímulos, especialmente características como el color, movilidad y sonoridad. Cuando nacemos, aquellos estímulos que a los bebés les resultan más atractivos, son los que reciben más atención, se trata de en ocasiones de personas (que tienen movilidad), objetos con colores, sonidos y otros que puedan resultarles llamativos. Es precisamente en el desarrollo de este proceso atencional donde vamos siendo capaces de poder focalizar y sostener nuestra atención a estímulos más neutros.
Son muchos los modelos y teorías respecto a las causas del TDAH. Actualmente no disponemos de marcadores biológicos que nos ayuden a establecer un diagnóstico, siendo la presentación clínica, la información facilitada por los informantes principales (los padres y la escuela) y el complemento de algunas pruebas específicas, las que nos orientan en el establecimiento de un juicio, nos guía en la comprensión del trastorno y las implicaciones que éste puede llegar a tener en el ajuste del menor.
En cuanto a los modelos explicativos del TDAH, uno de los que goza de mayor consenso, es el que ofrece una explicación del problema desde la existencia de dificultades en el desarrollo de las funciones ejecutivas. Desde esta perspectiva, el TDAH podría entenderse como un trastorno del desarrollo de las funciones ejecutivas, destacando facetas como la memoria de trabajo, la planificación y la organización, la iniciativa, la flexibilidad cognitiva, el control inhibitorio o la autoevaluación. En definitiva, existe una gran dificultad para dirigir el pensamiento, el comportamiento y las emociones para resolver retos o problemas. Esta alteración en la autorregulación emocional implica una mayor discapacidad que la que históricamente se ha atribuido a las dimensiones tradicionales del TDAH: el déficit de atención y la hiperactividad. Las alteraciones en la regulación emocional tienen un impacto sobre el desarrollo de la personalidad. En el TDAH, existe una dificultad para dirigir las emociones con la finalidad de resolver retos o problemas, por lo que podemos considerar que existe una impulsividad emocional junto con una impulsividad comportamental e ideativa. No obstante, el conocimiento existente sobre las alteracines emocionales presentes en el TDAH, sobre todo en relación con el correlato neuroanatómico, es todavía muy limitado.
Varios estudios asocian el TDAH con una elevada búsqueda de novedades y una baja persistencia, autodirección y cooperación. En adultos, la asociación es con una elevada búsqueda de novedades y evitación del daño. Es decir, parece que los niños diagnosticados de TDAH son más impulsivos y menos persistentes, con una autoestima más baja y que además, se sienten menos integrados que aquellos niños que no poseen dicho diagnóstico.
Es importante subrayar que los problemas de en la regulación emocional, podrían propiciar frecuentes fricciones del menor con las exigencias de control adaptativo a las circunstancias de los diversos ambientes, sociales, escolares o familiares.
La emocionalidad se conceptualiza y se estructura en: a) conciencia, regulación y autonomía emocional. La conciencia emocional implica la toma de conciencia de las propias emociones, el poderles dar nombre y la comprensión de las emociones de los demás. Es decir, respondería a las preguntas: ¿Qué me pasa? ¿Por qué me pasa? y ¿Para qué me pasa? Así pues, es necesario tener en cuenta que los niños con TDAH tienen dificultades en estos últimos aspectos comentados.
La dificultad para comprender las emociones de los demás se relaciona con la empatía, y ésta, a su vez, con la cognición social. Los niños con TDAH muestran dificultades en la cognición social, que implican a la codificacion, representación e interpretación de las claves sociales, e incluye la percepción de las emociones a partir de la expresión facial y la prosodia, la teoría de la mente, la empatía y el procesamiento del humor.
La regulación emocional, objetivo que nos trazamos en los planes de ayuda a un/a menor con TDAH, es la coordinación entre la emoción, cognición y el comportamiento. Esto, necesariamente, incluiría una expresión emocional adecuada, la regulación de la impulsividad, la tolerancia a la frustración, la perseverancia en el logro a pesar de las dificultades y el retraso de la gratificación. Los programas de Parentalidad Positiva, especialmente a edades tempranas de los niños, van a representar una de las herramientas clave, ofreciendo a los padres, unos modelos adecuados de regulación.
A continuación, se presenta un cuadro resumen sobre la emocionalidad y los elementos que intervienen en ella:

Las familias que integran un hijo con TDAH deben afrontar los problemas que se derivan de los síntomas propios del trastorno y de los asociados al mismo. Las consecuencias del TDAH afectan no solo al niño, también a los padres, madres y hermanos, causando perturbaciones en la familia y el funcionamiento marital.
Los padres y madres a menudo expresan en consulta que tener un hijo con TDAH genera sentimientos, estrés, frustración, enojo y rechazo, así como mayor percepción de ineficacia. La naturaleza estresante, exigente e intensiva de las características del TDAH es propensa a evocar reacciones negativas en los otros miembros de la familia e influye de manera negativa en las relaciones familiares y el funcionamiento psicológico de los padres.
A la hora de analizar el impacto del problema, por tanto, hay que tener en cuenta:
- – Las características del niño con TDAH, es decir, sue edad, sexo, subtipo, síntomas nucleares, comorbilidad con otros trastornos y temperamento.
- – Las características de lospadres y madres, es edad, estilo educativo, tipo de vinculación y existencia de problemas de salud mental entre otros.
El déficit de autorregulación conductual, cognitiva y emocional observada en los niños con TDAH, explica la asociación entre la severidad de los síntomas del TDAH y el estrés parental. Podemos encontrar problemas de interacción entre el niño con TDAH y los distintos miembros del núcleo familiar. Un ejemplo de ello es la dificultad que presentan los niños con TDAH a la hora de prestar atención a las demandas y/o la inhibición de respuestas impulsivas que provoca que sean menos sensibles a las solicitudes de los padres. Esta situación, puede provocar estilos educativos parentales ineficaces.
El aumento de los problemas de conducta del niño, puede relacionarse con el conflicto en las interacciones familiares a través del estado emocional, sobre todo en la madre, que por reparto de roles, todavía aún en muchos caso, suele tener más carga educativa y de acompañamiento de los hijos.
Por otro lado, los padres de los niños con TDAH informan de baja autoeficacia en su capacidad de ayuda a los hijos, se sienten menos apoyados por las escuelas y los maestros, tienen la percepción de tener menos tiempo y energía para la participación en la vida académica de los niños en comparación con los padres de niños sin TDAH.
El entorno familiar va a considerarse un importante predictor de la salud mental de los niños (Thompson et al., 2007). Por lo tanto, la comprensión de los múltiples factores del contexto que influeyen en la expresión de los síntomas que presentan los niños con TDAH, permite entender las contribuciones ambientales que influyen en las vías individuales del desarrollo del trastorno (Deault, 2010).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- – Miranda, A. 2011. Manual Práctico de TDAH. Editorial Síntesis.
- – Farré, A. y Narbona, J. 1997b. EDAH. Escala de Evaluación del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad. TEA Ediciones.
- – Orjales, I. 2001. Claves para afrontar la vida con un hijo con TDAH. Mi cabeza es como si tuviera mil pies. Madrid: Pirámide.
- – Parrellada, M. 2009. TDAH: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad: De la infancia a la edad adulta. Alianza Editorial.